Cada vez que recuerdo esta historia vuelvo a revivir aquel momento de felicidad que me mantuvo junto a ti, comienzo a pensar en todo lo que paso y río, pero río de forma delicada, porque te recuerdo con dulzura.
Jamás pensé que siendo tan diferentes compartiríamos algo tan grande, nuestro amor incondicional.
Pensar que todo comenzaría con un “hola” y “adiós”, cuando fui por mi fruta matinal al centro y tú tropezaste frente a mí, y me sonreíste. Jamás olvidaré esa sonrisa tan iluminada y cuando me dijiste “perdón por agobiar su mañana señor”, y te despediste con un dulce “adiós”. Creo que desde el primer momento en que te vi algo me cautivo, por eso te seguí y te invité a cenar y tú, picarescamente, aceptaste.
Contaba las horas para volverte a ver, estaba nervioso, lo acepto, pues quería saber qué había tras esa sonrisa encantadora y esos hermosos cabellos dorados aterciopelados. El “tic- tac” del reloj cada vez se hacía más y más fuerte, la hora pasaba lentamente, los minutos se hacían horas, y las horas siglos. Jamás he sabido esperar, pero por ti lo comencé a practicar, y poco a poco me empezó a funcionar. Entonces, sin darme cuenta se acababa la agonía y llegó la hora de nuestro encuentro. Te veías tan linda con ese vestido rojo ceñido al cuerpo, creo que fue a amor a primera vista.
París estaba a nuestros pies aquella primavera de antaño y éramos tan felices. Desde ese día no te pude olvidar jamás, sentía que mi vida por fin tomaba forma, porque estabas ahí, en mi corazón. Día a día, cada vez que apreciaba tu mirada, tallaba ,con un delicado cincel, tu nombre en mi corazón.
Mi dulce pequeña, aquellas semanas de amor fueron las mejores de mi vida sentía que el tiempo se detenía cuando estabas junto a mí.
…Presentí que algo andaba mal y fui por ti como de costumbre y ya no estabas, no supe nada más de ti. Desde ahí que te escribe cada día un pedacito de mi corazón y yo su humilde obrero plasmo en un papel lo que siente por ti.
Querida mi corazón se ha vuelto viejo y ya no puede seguir latiendo para sufrir por ti, no sabes cuánto te extraño. Comencé a recordar el pasar por aquella frutería y aún tenía tallado tu nombre en aquél árbol que estaba junto a ella. Cuando lo leí, recordé ese momento donde brillabas de alegría.
A pesar del tiempo, el dueño de la frutería me reconoció y me entregó una nota donde decía: “perdóname, pero mi padre ha venido por mí, Luis, y debo casarme, pero siempre estarás en mi corazón “mon bien-aimé” ( mi amado) te prometo que volveré”. Desde ese día que soy feliz esperando a que un día vuelvas a mí.
Ahora que recuerdo esta historia, una vez más me siento extrañamente cansado, como si mi corazón ya no aguantara, creo que esta muerto de sed de ti, o sólo será que me he vuelto más viejo, a como dé lugar. Ya han pasado 30 años, se me está comenzando a acabar la esperanza, quizás deberé conformarme con que el destino me permitió conocer el amor de la mano junto a ti … Me detengo en mis pensamientos al sentir que tocan la puerta y eras tú, me miraste con aquellos ojos que me dejaron helado y no puedo generar articulación alguna sólo atiné a decir “estás hermosa”, y tú sonreíste y me dijiste “Luis, volví por ti, puede pasar el tiempo pero mi amor por ti sigue igual”.